jueves, 30 de octubre de 2008












Vidas Robadas, la telenovela producida por Telefé Contenidos que se estrenó el 3 de marzo pasado, concluyó anoche con un final "feliz", proyectado en pantalla gigante en el teatro Opera y con la presencia de todos los integrantes del elenco de la tira que logró combinar el rating con el compromiso social. "Vidas Robadas", dirigida por Miguel Colom, con guión de Marfcelo Camaño y María de las Mercedes Hernández, adaptó a la ficción la historia real de Marita Verón, la joven secuestrada para ser utilizada por esclava sexual, de la que aún no se han logrado noticias precisas sobre su destino y paradero. La madre de Marita, Susana Trimarco, colaboró directamente en la elaboración del guión y participó anoche de la fiesta del final, acompañada y contenida por los protagonistas, encabezados por Facundo Arana, Jorge Marrale, Soledad Silveyra, Juan Manuel Gil Navarro, Adrián Navarro, Sofía Elliot y Monica Antonopulos. Mientras se desarrollaba la proyección, el grupo real de madres que luchan por hallar a sus hijas robadas y prostituídas realizaba una manifestación frente al teatro, con una gran pancarta en la que se veía, entre otros, la foto de la propia Marita Verón. Los actores, al saludar a un enfervorizado público fanáticos de la tira, coincidieron en destacar, además e su satisfacción por haber tomado parte del proyecto, la necesidad de que se haga "Justicia" y que "nunca más" haya "desaparecidos actuales", como los definió Marrale. Susana Trimarco, profundamente conmovida, particularmente por la acción judicial que ya estaba buscando el cuerpo de la chica en La Rioja, ante indicios de que podría haber sido asesinada, agradeció la realización de la obra que permitió profundizar la conciencia en el público sobre el tráfico de mujeres para redes de prostitución, y dijo que con el final de la telenovela se quedaba con "un gran vacío en el corazón". Acompañados por ovaciones, aplausos, abucheos y gritos del público, los actores pudieron presenciar el fervor que despertaron con la tira que comenzó como una novela romántica para convertirse luego en una obra de fuerte contenido policial y social, que además de aumentar su calidad, sirvió para llevar el rating a niveles importantes. Los "malos", Marrale, Gil Navarro y Navarro, recogieron el reconocimiento y afecto del público al haberse convertido, en los últimos tramos de la telenovela, en las piezas centrales de la trama. El "galán", Facundo Arana, también despertó suspiros y supo actuar como maestro de ceremonias en la presentación en vivo de los actores que, cada uno a su turno, emocionados expresaron su satisfacción por la experiencia y su solidaridad con los que luchan por la recuperación de las jóvenes secuestradas. Las escenas finales se rodaron en una fábrica abandonada en un pueblo del interior bonaerense, donde el duelo entre los personajes encarnados por Arana y Gil Navarro fue la escena más electrizante del último capítulo. Ambos pelean sobre un puente de más de 30 metros de altura y finalmente uno de ellos cae: es Gil Navarro, que termina con su rostro ensangrentado, entre vidrios y maderas rotas en su estrepitosa caída. Arana, malherido, logra encontrar a la joven Antonopulos, enterrada viva por Gil Navarro, y cuando consigue reanimarla recibe un sorpresivo tiro: el personaje encarnado por Gil Navarro no había muerto y, aún agonizando, logra dispararle. Otro disparo parece poner fin a la vida de Arana, ante la congoja del público que seguía las escenas en el teatro Opera. Finalmente, y tras un cartel que anunciaba que las escenas siguientes se sucedieron "ocho meses después", reaparece Arana, resucitado no se sabe en qué circunstancias, de la mano de su amada, en un final complaciente que tal vez desencantó a los que apreciaron la vibrante trama policial de la tira, con fuertes conexiones con hechos de la realidad, en el que se incluyó una suerte de emulación del suicidio de Alfredo Yabrán.

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